Parece que cualquier cosa puede estallar en todo momento en el campo mediático venezolano. Radio Caracas Televisión y la no renovación de la concesión porque –según palabras del gobierno oficial– su actividad principal y única era la de denigrar la políticas del presidente Chávez. Variadas multas millonarias a diarios como El Nacional por publicar fotografías tan crudas como la de la morgue de Bello Monte como una suerte de muda protesta en contra de la inseguridad y criminalidad que se vive actualmente en Caracas. La agudeza informativa y crítica extinta de canales de televisión como Venevisión, y la baja de programas de opinión regionales como De primera línea consecuencia de la lengua viperina y audaz del periodista zuliano William Rupilio. La confrontación y análisis de este cúmulo de agresiones comunicacionales –entre muchas otras más– permite vislumbrar que Venezuela no es el país más feliz del mundo como arrojan encuestas internacionales, ni tampoco es un ‘aguacerazo’ de libertad de expresión lo que inunda actualmente al país.
El cuarto poder de la República Bolivariana de Venezuela lo ocupa los medios de comunicación que hacen vida en ella. El presidente Chávez a lo largo de sus últimos años de gobierno se ha encargado de hacer bastante evidente su tajante rechazo hacia los medios de comunicación y opiniones disidentes, asumiendo como prioridad el control de la prensa independiente, siendo esto un grano de arena a favor del deterioro de la libertad de prensa en Venezuela. Él sabe de sobra el poder que tiene sobre las masas todo el ‘latifundio mediático’ –como él denomina al campo comunicacional privado venezolano– y por eso recurre a diversas acciones de censura, como lo fue el dramático cierre de 240 emisoras de radio distribuidas en todo el país por concepto de ‘irregularidades administrativas’ y la no actualización de datos ante CONATEL. Paradójicamente, en marzo de 2011 le fue otorgado al primer mandatario en Argentina, por la Universidad Nacional de La Plata, un premio de periodismo debido a su aparente compromiso en la lucha por la libertad de los pueblos.
Lo que aún a estas alturas una fracción del pueblo venezolano no alcanza a comprender, es la magnitud de las acciones del presidente Hugo Chávez sobre los medios de comunicación del país, que al fin y al cabo, son la vía de expresión de los ciudadanos que hacen vida en la nación, esos que no tienen voz ni cuenta en Twitter para mostrarle la decadente situación en la que viven, los males que padecen. Al no existir medios de comunicación críticos y mordaces, no habrá noticias ‘feas’ que comentar, que ver y analizar. No habrán más asesinados por vándalos, no habrán más fotos de morgues, no habrán más asaltos, no habrán más voces víctimas que expresen a gritos que no, que no es este el país que soñaron ni Chávez el presidente que creyeron hace 12 años. Sin medios de comunicación disidentes, ya no habrán más problemas y Venezuela será un país aparentemente feliz… justo lo falacia que el gobierno nacional quiere hacerle creer al país.
El cuarto poder de la República Bolivariana de Venezuela lo ocupa los medios de comunicación que hacen vida en ella. El presidente Chávez a lo largo de sus últimos años de gobierno se ha encargado de hacer bastante evidente su tajante rechazo hacia los medios de comunicación y opiniones disidentes, asumiendo como prioridad el control de la prensa independiente, siendo esto un grano de arena a favor del deterioro de la libertad de prensa en Venezuela. Él sabe de sobra el poder que tiene sobre las masas todo el ‘latifundio mediático’ –como él denomina al campo comunicacional privado venezolano– y por eso recurre a diversas acciones de censura, como lo fue el dramático cierre de 240 emisoras de radio distribuidas en todo el país por concepto de ‘irregularidades administrativas’ y la no actualización de datos ante CONATEL. Paradójicamente, en marzo de 2011 le fue otorgado al primer mandatario en Argentina, por la Universidad Nacional de La Plata, un premio de periodismo debido a su aparente compromiso en la lucha por la libertad de los pueblos.
Lo que aún a estas alturas una fracción del pueblo venezolano no alcanza a comprender, es la magnitud de las acciones del presidente Hugo Chávez sobre los medios de comunicación del país, que al fin y al cabo, son la vía de expresión de los ciudadanos que hacen vida en la nación, esos que no tienen voz ni cuenta en Twitter para mostrarle la decadente situación en la que viven, los males que padecen. Al no existir medios de comunicación críticos y mordaces, no habrá noticias ‘feas’ que comentar, que ver y analizar. No habrán más asesinados por vándalos, no habrán más fotos de morgues, no habrán más asaltos, no habrán más voces víctimas que expresen a gritos que no, que no es este el país que soñaron ni Chávez el presidente que creyeron hace 12 años. Sin medios de comunicación disidentes, ya no habrán más problemas y Venezuela será un país aparentemente feliz… justo lo falacia que el gobierno nacional quiere hacerle creer al país.




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